"Mondongo", el nuevo fenómeno del arte argentino
¿Mondongo? "Con hilitos y galletitas, aprendimos a pintar, pintamos con cualquier cosa, pizza, fugaza o fain-art", así se presenta el grupo de arte que forman Juliana Laffitte (30), Agustina Picasso (27), y Manuel Mendanha (28). En la galería Daniel Maman de Buenos Aires, en su Argentina natal, cuelgan ahora mismo sus inauditos retratos- donde echan mano a todo, desde la plastilina al paté de ciervo- que forman "Esa boca tan grande", la primera muestra de los Mondongo tras su golpe triunfal en Europa.
El del general San Martín, padre de la patria argentina que murió exiliado en Francia es la imagen ejemplar del Libertador que deja su marca en la Historia. La historia la escriben los vencedores y bajo esta óptica, la imagen del patriota se halla sobredimensionada hasta volverse casi un mito. Esta se repliega en todos los libros de historia, aparece en los manuales estudiantiles y se imprime en los billetes de cinco pesos argentinos. Plagada por doquier hasta el hartazgo produce acostumbramiento. La imagen del prócer por ser tan volátil parece haberse vaciado de contenido, así el retrato se compone de pequeñísimos fragmentos de papel glace cortados a punzón.
Es otra historia la que relatan los Mondongo a través del retrato de un escritor: Enrique Fogwill. Compuesto por lápices blancos incrustados en el soporte, el grupo ejemplariza la máscara de todo artista: la máscara de lo aparencial. Detrás de ella nos encontramos con el silencio y el vacío. Tender hacia el vacío es el summum de toda experiencia estética. Así la verdadera escritura es la invisible, aquella que condensa todas las conjeturas posibles sobre lo existente, aquella que tiende a no escribir más nada, pues todo se habrá sublimado en el placer de una contemplación extática. Llegar a escribir con lápices blancos es puro desenmascaramiento.
De eso se trata, de sacarse todas las máscaras a pesar de intentarlo por vías indirectas como el poder de la ficción o el poder del arte.
natalia, anabel y noelis
El del general San Martín, padre de la patria argentina que murió exiliado en Francia es la imagen ejemplar del Libertador que deja su marca en la Historia. La historia la escriben los vencedores y bajo esta óptica, la imagen del patriota se halla sobredimensionada hasta volverse casi un mito. Esta se repliega en todos los libros de historia, aparece en los manuales estudiantiles y se imprime en los billetes de cinco pesos argentinos. Plagada por doquier hasta el hartazgo produce acostumbramiento. La imagen del prócer por ser tan volátil parece haberse vaciado de contenido, así el retrato se compone de pequeñísimos fragmentos de papel glace cortados a punzón.
Es otra historia la que relatan los Mondongo a través del retrato de un escritor: Enrique Fogwill. Compuesto por lápices blancos incrustados en el soporte, el grupo ejemplariza la máscara de todo artista: la máscara de lo aparencial. Detrás de ella nos encontramos con el silencio y el vacío. Tender hacia el vacío es el summum de toda experiencia estética. Así la verdadera escritura es la invisible, aquella que condensa todas las conjeturas posibles sobre lo existente, aquella que tiende a no escribir más nada, pues todo se habrá sublimado en el placer de una contemplación extática. Llegar a escribir con lápices blancos es puro desenmascaramiento.
De eso se trata, de sacarse todas las máscaras a pesar de intentarlo por vías indirectas como el poder de la ficción o el poder del arte.
natalia, anabel y noelis